La semana pasada mi querida Cris Mitre (@thebeautymail) abría un debate súper interesante a propósito de la publicación de dos importantes cabeceras femeninas británica con dos mujeres en portada con una medidas completamente alejadas de los estándares a los que estamos acostumbrados. En los comentarios había de todo, desde los que defendíamos que ya era hora de que las revistas femeninas incluyeran otros modelos de belleza en sus portadas, a otros no tan a favor de reivindicar en portada una enfermedad como es el caso de la obesidad. Y con toda la razón: hay que empezar a distinguir entre obesidad y sobrepeso o que te sobren unos quilos; la obesidad es una enfermedad tan grave como lo es el tabaquismo, que puede causar enfermedades cardiovasculares igual de graves y que en casos extremos puede llevar a la muerte.
Al día siguiente de la publicación de Cris lancé mi propia reflexión, en mi caso sobre la aparición de modelos alejadas del 90-60-90 en las campañas de algunas de las marcas de ropa de deporte más importantes del mundo. En estos casos son modelos de las que se denominan «curvy», que en USA o UK están más que normalizadas pero que aquí seguimos etiquetando como «de tallas grandes». No acabo de entender que sigamos con esta chorrada de las tallas petit y las tallas grandes, ya estamos de nuevo con el vicio de decir qué es normal. Tan normal es una 34 como una 44, ¿no?
Y es que en el mundo del fitness, salbo excepciones, se siguen empeñando en proponernos como único modelo de salud las modelos de Victoria’s Secret, cambiándoles el tanga por la malla. Vamos que parece que las atletas profesionales, las bailarinas o las deportistas habituales no son modelos de salud. Mientras se siga presentando un único tipo de cuerpo como aspiracional, mientras sigamos sin dar visibilidad a otros modelos de salud, seguiremos en este bucle en el que una industria que se supone tiene entre sus objetivos hacer que la gente se cuida más, en realidad sustenta fobias insanas a las redondeces.
También en Instagram, hace un par de semanas, surgió otra polémica que veo muy relacionada con esto que estamos hablando. La nutricionista Arantza Muñoz (@arantzamunoz.tsd) tuvo que aclarar a través de sus stories de Instagram que el hecho de que ella no tuviera un cuerpo «perfecto» no la impedía ser una buena profesional en su campo, puesto que el sobrepeso no tiene como única causa atiborrarse a donuts, sino que puede haber problemas hormonales, emocionales, etc., etc. En este caso ella estaba respondiendo a una pregunta directa que le hacía una persona sobre su capacidad para enseñar a comer a la gente si ella misma no era capaz de mantener los quilos a raya. Demoledor. Pero, seamos sinceros, ¿quién no ha cuestionado nunca la capacidad de un profesional porque físicamente no responde a los cánones que consideramos «normales»? Estamos tan aborregados con lo que es o no es normal, que en lugar de preguntar por formación o experiencia nos dejamos guiar por lo que nos entra por los ojos.
Yo reconozco abiertamente que muchas veces en el gimnasio he dudado de la capacidad profesional de un entrenador/a simplemente porque tenía pocos músculos en el caso de los chicos o le sobraban algunos quilos en el caso de las chicas. Ahora lo veo desde una perspectiva completamente distinta, ¿y vosotros? Como siempre, me encantaría que me dejarais vuestra opinión en los comentarios.
Espero que os haya resultado útil el post, os he contado mi experiencia pero lo mejor es probar uno mismo, así que si pasáis por Síclo contadme vuestra experiencia. Nos vemos muy pronto por aquí, mientras puedes encontrarme en Instagram como @janafr o en mi mail jana@janafernandez.es.
¡Mil besos!
Jana
NOTA DE LA AUTORA: si quieres compartir este post ¡genial!, pero por favor, si utilizar parte o todo el contenido de este post en otro site/blog/RRSS, acuérdate de mencionarme ? ¡Gracias!
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